Acudimos
el martes 20 de enero a la presentación de los libros ganadores del Certamen internacional de poesía Rubén Darío. Apenas algunos días atrás el poeta panameño Javier Alvarado, me escribía diciendo: nos vemos pronto en Nicaragua.
Javier Alvarado /Madeline Mendieta. Festival Poesía de Granada |
Conocí a Javier Alvarado hace algunos años, invitado por el Festival Internacional de Poesía de Granada, de inmediato tuvimos empatía. Luego aceptó venir a un pequeño encuentro de poetas centroamericanos que organicé en el año 2012 CA6: Poesía en tránsito centroamericana y reciente escribí un retrato de Javier para el portal: Cuenta Centroamérica proyecto del Goethe Institute de México. Por estos finos hilos que me unen a la amistad y admiración por el trabajo de Javier Alvarado, tomé un taxi hacia el teatro nacional Rubén Darío donde se realizó la presentación.
El premio internacional de poesía Rubén Darío tiene varias ediciones, en el año 2013 lo ganó el poeta costarricence Juan Carlos Olivas con el poemario: El Señor Pound y en el 2011 fue Javier Alvarado con el libro: El mar que me habita.
Pero, no fue hasta esta semana que las autoridades del Instituto Nicaraguense de Cultura se tomaran la molestia, al fin, de hacer la presentación "oficial" de los ganadores del certamen. El deslucido acto fue hecho bajo un sigilo inexplicable, un día antes a través del Foro Nicaraguense de Cultura nos enteramos que se realizaría la presentación. No hubo una gira de medios para que los autores invitaran a la comunidad literaria y público en general, pese a que el gobierno es prácticamente dueño de varios canales de t.v. algunos medios escritos, radiales.
La invitación citaba a las 4:00 p.m. hora que la mayoría cumple con su jornada laboral. Empezaron con una hora de retraso. Elucubramos varias razones: a) Los costos de mantenimiento del aire acondicionado, iluminación son muy elevados y el personal no pueden estar después de esa hora porque implicaría pagar horas extras b) No querían que la comunidad intelectual "disidente" acompañara a los ganadores c) No invitaron a los medios para que no criticaran la poca relevancia que dieron a tan importante acto. d) Hicieron la actividad por salir del paso. e) Todas las anteriores.
El salón de los cristales lucía árido de participantes. La mesa de lectura, larga y desnuda tenía 2 sillas, pensamos que los escritores leerían juntos, pero los invitaron de uno en uno, resultando una mesa con mucho espacio y una silla vacía probablemente el espíritu de Rubén siempre estuvo allí sentado o el aura del Ministro acompañaba la lectura porque en carne y hueso no hizo acto de presencia.
La presentación del maestro de ceremonia improvisada, sin discurso, ni frases preparadas, saludaba a algunos presentes como si se tratase de una reunión de amigos, no se leyó la biografía de estos jóvenes que tienen gran trayectoria en sus países, en las letras centroamericanas y más allá de la región. No se invitó a un crítico literario, catedrático, poeta, que reseñara los libros e hiciera sus valoraciones de las obras ganadores y el aporte a la literatura.
Los libros se repartieron entre los asistentes, es notorio que no hubo cuido editorial a la altura del premio, de la obra y de los escritores ganadores. Igual que la presentación, los libros parece que los imprimió una editorial improvisada.
Después del acostumbrado refresco que ofrecen como brindis, vimos que los poetas firmaban libros apoyados en sus piernas. Nadie los invitó a que se sentaran en la mesa para mayor comodidad de ellos y del público.
No pueden alegar falta de recursos, sabemos que cuando de celebrar se trata, el Gobierno y las instituciones del Estado, tiran la casa y todos sus enseres por la ventana. Sus celebraciones son apoteósicas con un escandaloso despilfarro del erario público.
Sin embargo, tuvieron 3 años para preparar el evento que al final resultó simplón. Lo que destacó fue la lectura, la fuerza poética en la voz de los autores que ante todo mostraron dignidad, un trabajo literario impecable y humildad que mucho nos hace falta a los escritores.
Sentimos vergüenza ajena.
Vergüenza porque Rubén Darío no merece que usen su nombre para hacer un simulacro de premio que deja muy mal parados al Instituto de Cultura, al Gobierno, a la comunidad intelectual y a los nicaragüenses. Al menos un par de escritores amigos acompañamos a cenar a Javier y Juan Carlos porque quisimos resarcir la orfandad de los autores y la falta de protocolo de los funcionarios del INC.
Cuando la imagen de Rubén Darío apareció, el año pasado, en una valla publicitaria a la par de una bebida nacional, todos se rasgaron las vestiduras y la fiebre Dariana elevó el termómetro cultural a través de las redes sociales. #todossomosDarío.
Sin embargo, hago el paralelismo entre esa valla y el acto que acudimos el martes, creo que ambos redujeron al pobre Darío a un deslucido papel secundario, Profanando su estirpe de Príncipe de las Letras y lo pusieron a trapear como cenicienta sin invitación al baile.
Darío fue un escritor precoz, razón por la cual lo nombraron el "poeta niño" con 17 años, hizo esta paráfrasis de una fábula del escritor francés Antoine Houdart de La Motte "Le fromage" (El Queso), me recordó mucho lo sucedido con el certamen que lleva su nombre.
El Pleito
Diz que
dos gatos de Angora
en un
mesón se metieron
del cual
sustraer pudieron
un rico
queso de bola.
Como
equitativamente
no lo
pudieron partir,
acordaron
recurrir
a un
mono muy competente;
mono de
mucha conciencia
y que
gran fama tenía,
porque
el animal sabía
toda la
Jurisprudencia.
—Aquí
tenéis —dijo el gato
cuando
ante el mono se vio—
lo que
este compadre y yo
hemos
robado hace rato;
y pues de
los dos ladrones
es el
robo, parte el queso
en
mitades de igual peso
e
idénticas proporciones—.
Aquel
mono inteligente
observa
el queso de bola,
mientras
menea la cola
muy
filosóficamente.
—Recurrís
a mi experiencia
y el
favor debo pagaros,
amigos,
con demostraros
que soy
mono de conciencia;
voy a
dividir el queso,
y, por
hacerlo mejor,
rectificaré
el error,
si
hubiere, con este peso.—
Por no
suscitar agravios,
saca el
mono una balanza
mientras
con dulce esperanza
se lame
un gato los labios.
—Haz,
buen mono, lo que quieras
—dice el
otro con acento
muy
grave, tomando asiento
sobre
sus patas traseras.
II
Valiéndose
de un cuchillo,
la bola
el mono partió,
y en
seguida colocó
un trozo
en cada platillo;
pero no
estuvo acertado
al hacer
las particiones,
y tras
dos oscilaciones
se
inclinó el peso hacia un lado.
Para
conseguir mejor
la
proporción que buscaba
en los
trozos que pesaba,
le dio un mordisco al mayor;
pero
como fue el bocado
mayor
que la diferencia
que
había, en la otra experiencia
se vio el mismo resultado,
y así,
queriendo encontrar
la
equidad que apetecía,
los dos
trozos se comía
sin
poderlos nivelar.
No se
pudo contener
el gato,
y prorrumpió así:
—Yo no
traje el queso aquí
para
vértelo comer.—
Dice el
otro con furor,
mientras
la cola menea:
—Dame una parte, ya sea
la mayor
o la menor;
que
estoy furioso, y arguyo,
según lo
que va pasando
que, por
lo nuestro mirando,
estás
haciendo lo tuyo.—
III
El juez
habla de este modo
a los
pobres litigantes:
—Hijos,
la Justicia es antes
que
nosotros y que todo.
Y otra
vez vuelve a pesar
y otra
vez vuelve a morder;
los
gatos a padecer
y la
balanza a oscilar.
Y el
mono, muy satisfecho
de su
honrada profesión,
muestra
su disposición
para
ejercer el Derecho.
Y cuando
del queso aquél
quedan
tan pocos pedazos
que
apenas mueven los brazos
de la
balanza en el fiel,
el mono
se guarda el queso
y a los
gatos les responde:
—Esto, a
mí me corresponde
por los
gastos del proceso.
Rubén Darío.
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