La hora
cero, fue el primer poema de Ernesto Cardenal que llegó a mis manos, había
escuchado la versión musicalizada por el grupo Pancansan que sonaba en una
radio clandestina que sintonizaba mi mamá quien participó en la guerrilla
sandinista. Me parecía una historia triste, tenía 7 años y no estaba consciente
que era la historia de mi país.
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Seguimos
la poesía de Ernesto, pero sobre todo su polifacética y controversial
existencia: místico, contemplativo, escultor, ministro de cultura,
exteriorista, revolucionario, inagotable explorador de las palabras, gestor
cultural, solidario, internacional.
El pasado 20
de enero celebró sus 90 años. Pienso que casi un siglo carga Cardenal en
sus hombros, su fuerte osamenta ha resistido y embestido las tempestades más
funestas, desafíos y alegrías.
Personalmente,
conozco muy poco a Ernesto Cardenal, o casi nada. Lo que tengo de él son los
fragmentos que de su imagen pública he construido. Creo que todos tenemos
trozos de Cardenal en los recodos de la memoria.
La
primera vez que compartí con él, más allá de los saludos cordiales que en en algunos centros culturales intercambiamos, fue durante un almuerzo en el
Festival Internacional de Poesía de Granada. Le solicité a Luz Marina Acosta,
poeta y asistente personal de Cardenal una fotografía, el accedió sonriente y callado.
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Madeline Mendieta-Alejandra Sequeira |
En complicidad con mi amiga, la poeta Alejandra Sequeira y los Amigos de Monet, brindamos un homenaje a Marilyn Monroe, a través de un performance, que titulamos "Ser Rubia no es tan Cool" cuyo guión era un diálogo entre los textos de Alejandra, Marilyn y los míos. Sin embargo, hay en el subtexto del Performance el poema "Oración por Marilyn Monroe" de Ernesto Cardenal, es evidente el marco referencial presente, la escena se desarrolla en una habitación que tenía el teléfono, elemento fundamental en el poema de Cardenal en el cual exhorta con un final desafiante "Dios... !contesta, tú el teléfono!"
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Ernesto Cardenal-Elisabeth Zilz visita Bibliobús |
Durante 2 años trabajé en la Biblioteca Alemana Nicaraguense "Bertolt Bretch" cuya fundadora, Elisabeth Zilz, una bibliotecaria jubilada conoció a Ernesto Cardenal en Alemania cuando él pedía apoyo a la comunidad internacional para la revolución nicaragüense. En 1984 siendo Ministro de Cultura, Ernesto Cardenal ayudó a la soñadora Elisabeth Zilz a traer por primera vez un Bibliobús repleto de libros para que la alfabetización continuara llevando libros a escuelas, maquilas y los centros penitenciarios del país. Ernesto visitó a Elisabeth mientras convalecía en la cama de un hospital en Managua y participó de un documental que cineastas alemanes realizaron del proyecto que tiene más de 20 años.
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El año pasado, me sorprendieron al contarme que estoy incluida en un libro bilingue alemán-español, con poetas respetados de las letras nicaragüenses: Claribel Alegría, Gioconda Belli, Blanca Castellón, Carlos Fonseca Grigsby y Ernesto Cardenal. El libro Liefdestijd: Tiempo de Amor, publicado por el sello editorial Point, cuya traducción es del poeta Germain Droogenbroodt. Nuevamente Cardenal aparece como el roble envejecido cuyo follaje espeso y raíces nonagenarias nos abriga con su sombra poética.
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Este
martes 27 de enero, se brindará un merecido homenaje al poeta Cardenal por sus
noventa años de edad, en en Teatro Nacional Rubén Darío. Quise hacer un tributo a mi manera, acuñando los retazos que tengo de este inclaudicable poeta que nos ha sorprendido desde sus distintas aristas con su poesía mística, revolucionaria, epigramas amorosos, crítica social, enseñando a escribir poemas a los niños con cáncer, y con su poesía "primitiva" que en la definición de Ernesto, es apreciar lo cotidiano, admirar la naturaleza y todo su entorno. Sorprenderse: Como dijo en una entrevista: "un mal poeta es aquel que no es humilde".
Muestra de ello, les dejo este poema donde expresa que prefería quedarse en la calle acompañando a un gato que ir a la recepción de una embajada. Ernesto, tu poesía nos ha aruñado durante 90 años.
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Reflexiones
de un ministro
QUÉ SE
VA a hacer. Soy Ministro de Cultura,
y voy a
una recepción a la embajada tal.
¿Cuál?
Para qué decir cuál.
Tal o
cual, es igual.
Y de
pronto junto a la cuneta, entre el monte
un gato.
Las dos
luces del carro prenden las dos del gato.
Quisiera
quedarme aquí
para
observar mejor este gato,
de qué
color es,
(de
noche dice el dicho todos son del mismo color)
qué iba
a hacer después, cómo
su lomo
se iba a mover.
Quedarme
junto a la cuneta con el gato
mi gato
fuera
mejor
aunque
sea un imitador de Marianne Moore
que el
ornitologista
que
escribió Avestruz
en la
Enciclopedia Británica.
Yo voy
pensando en el gato y Marianne Moore.
No more:
ya he
entrado a la embajada iluminada
y saludo
al Señor Embajador.
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