"Las mujeres y los gatos harán lo que les plazca
y los hombres y los perros deberían relajarse y acostumbrase a la idea"
Robert A. Heinlein
La enemistad entre perros y gatos es ancestral. No
obstante, se ha demostrado que cuando estos animales conviven pueden tener una
relación armoniosa. Comprobado que entre ellos se cuidan a las crías, se ayudan
mutuamente respetando sus espacios y naturaleza. Así que la trillada frase
"se viven matando como perros y gatos" no tiene validez.
Si un perro, cualquiera sea su raza, se le ha dado
una vida perra, si lo han mantenido amarrado, a la intemperie, sin educación,
ni amor no podemos esperar que tenga un comportamiento amigable, leal y
dócil, ese can seguro que te va a agredir.
Lo mismo sucede con los gatos, si no reciben atención, esmero y cuidados
de sus dueños, será un gato callejero, mañoso y agresivo.
En uno de los capítulos del Principito de Saint
Exupery, el zorro le advierte al pequeño príncipe que no se acerque mucho porque no está
domesticado. ¿Qué es domesticar? preguntó el niño y el zorro contestó: es crear
lazos. Por tanto, no podemos estrechar lazos entre las especies si no
apaciguamos nuestra impetuosa naturaleza. Hay una máxima que dice: La mula, no
nace arisca, son los palos que recibe.
Durante varias semanas vimos en las redes las
protestas, marchas, denuncias sobre el acoso sexual y la violencia de género de un grupo de valientes mujeres mexicanas que salieron a las calles a demandar un alto. Con los emblemas "#miprimeracoso" y "#vivasnosqueremos" miles mujeres alrededor del mundo se sumaron y compartieron su
difícil experiencia.
La equidad de género ha sido un reclamo constante,
esa gota que va calando poco a poco la roca. Aunque han sido los movimientos
feministas los que encabezan la beligerante tarea de denunciar los abusos y la
violencia hacía las mujeres, cada vez se suman hombres que están conscientes
que los atropellos, cualquiera que los ejecute, no deberían ser el pan de cada día
en los hogares.
Tanto hombres como mujeres somos rehenes de un
sistema patriarcal abusivo y excluyente cuyo engranaje funciona amparado bajo
el alero del miedo, el chantaje, manipulación y la violencia. No estoy marcando papeles de las víctimas y victimarios, no obstante la balanza se inclina
por un género específico y el sector más vulnerable son mujeres y menores de
edad, independiente del sexo.
Por esa maltrecha herencia cultural que recibimos,
nuestros patrones de comportamiento son difíciles de erradicar, porque aunque
nos manifestemos con mentalidad abierta, pacifista y de diálogo, nos sale al
encuentro ese comodín que no esperábamos en la baraja.
En la mayoría de los casos, la violencia y abusos son
una reacción en cadena que replicamos. Adultos violentando niños y éstos una
vez que crecen repiten esos mismos patrones. ¿Qué podemos esperar de una
sociedad agresiva, cuándo eso es lo que enseñamos desde los hogares? Seguimos perpetuando
sociedades enfermas, porque los principales convalecientes están en nuestros
hogares.
Hijos llenos de rencor por madres y padres que los
descalifican, porque también los han descalificado, ninguneado. Hombres y
mujeres con baja autoestima, pasivos/agresivos, desconfiados, inseguros,
disminuidos porque "el abuso" del poder familiar les edificó una
personalidad endeble que muchas veces ocultan a través de armaduras de
egocentrismo, vanidad, depresión, adicciones, frustración y más
frustración.
Estarnos culpando de "machistas" y
"feministas" no contribuye a lograr ningún cambio significativo. Los
extremos alquitranados están fuera de todo contexto, los discursos radicales y
vociferaciones panfletarias solo crean más distancia entre los géneros.
El no reconocernos, como objetos y sujetos de una
sociedad misógina, disfuncional, no actuar de manera individual para encontrar
nuestra paz interior, ya sea diciendo este fue mi primer abuso, no quiero
seguir en un ciclo de violencia, me permito estar en contacto con mis
sentimientos, beneficiaría a que seamos seres humanos más diáfanos,
consecuentes con nuestros principios y valores.
Ningún ser humano se siente feliz en un ambiente de
hostilidad, maltrato y abuso. El comportamiento agresivo es el resultado de una
construcción o deformación de la psiquis de una persona, que fue lo ùnico que
consumió en el seno familiar.
Lastimosamente, los hombres reciben como patrimonio familiar la
castración de todas sus emociones, tienen que tragarse una y un millón de veces
todo aquello que también ha sido motivo de dolor para ellos. También muchos han sufrido acoso, maltratos y abusos. No invitarlos al cambio de cultura, es excluir una parte vital para transformar ese legado de violento que tantos aclamamos. Romper el paradigma de los perros y gatos puede empezar por nosotros mismos, no podemos cambiar una sociedad entera si no empezamos por nuestra casa.
Soltemos a nuestros perros y gatos para que convivan demosle cariño y no maltrato. Quizás con paciencia, educación y palabras amables los colmillos dejen de morder y las garras de aruñar.
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