"A dónde vayas, vas encontrar algún libidinoso que te hable palabras románticas".Marco Antonio Solís, el Buki.
Cursaba
el 3er año de secundaria, me dirigía a estudiar matemáticas en casa de una
amiga, cerca de la colonia maestro Gabriel, cuando un hombre me preguntó
¿Cuánto cobraba el rato? Furiosa respondí: ¡El doble que cobra tu madre! Tenía
15 años y vestía de uniforme escolar.
Cada
vez son más frecuentes las denuncias, a través de redes sociales, que sufrieron
adolescentes, mujeres y hombres que han sido víctimas de algún tipo de
violencia sexual.
Desde
el sonado caso del comediante Bill Cosby, acusado por una cantidad de mujeres que
compartían su show, hasta la reciente revelación del productor Harvey
Weinstein, y los actores Kevin Spacey, Dustin Hoffman en todos nos encontramos
con un común denominador: cometieron abuso sexual por estar en una posición de
poder.
Pero
vámonos a un escenario más cercano. Durante este año también por redes sociales
hemos visto las denuncias de: Cintya Zeledón quien fue violada por un “amigo” y
hoy enfrenta un juicio por injurias y calumnias, la redactora Yamlek Mojica
experimentó agresión por parte de un hombre en una ruta urbana mientras se
dirigía a su casa, el escritor Ezequiel de León en un artículo conmovedor expresó su experiencia de abuso por parte la empleada doméstica y la más reciente la
jovencita Sheynnis Palacios ex Miss Tenager quien fue fotografiada por un
empleado de McDonald mientras ella estaba en el baño. Antes de continuar,
quiero decirles: #Yolescreo.
Les
creo porque desde los 13 años, experimenté el temor de subir a una ruta y sentir
los genitales de un hombre rozándome de forma intencional, los “piropos”
vulgares haciendo alusión a mi cuerpo, detenerme de forma ingenua ante un señor
canoso quien preguntaba por una dirección y resultó que me vomitó una frase
lasciva, abusivos en moto o bicicleta me han dado nalgadas mientras caminaba
por la calle, ser espiada por un vigilante en el baño del RKR y al poner la
queja a la administradora y dueño del lugar solo ofrecieron una simple disculpa
y luego me trataron como una loca, histérica, el colmo recibir insultos en alta
voz de otros conductores mientras he manejado: estúpida, maneja rápido, bruta! ¿Les
suena conocido a quienes conducen con precaución?

Las
víctimas de una situación tan degradante están expuestas al hacer su denuncia a
revivir y ser revictimizadas, no obstante hoy en día el escarnio público en las
redes sociales es brutal, desconsiderado y con una falta total de humanismo.
Como un ciudadano que dijo que la jovencita Palacios qué quería su minuto de
fama. ¿Acaso ella lo necesitaba? Su minuto de fama lo vivió de manera positiva
al participar en un certamen que le dio popularidad y notoriedad. ¿Es lógico
que una persona acuda a exponer un acto traumático y vergonzoso solo porque
quiere ser el centro de atención? Se requiere mucha valentía, dignidad, fuerza,
interiorizar que lo sucedido en primer lugar no es su culpa sino de quienes en
la miseria de su ignorancia abusan de cualquier ser humano que consideren
vulnerable.
La
mayoría de las personas piensan que estos actos aberrantes son producto
de la cultura machista, si bien es cierta esta afirmación, también son
múltiples factores que intervienen para este tipo de conductas inapropiadas,
sean consideradas por una mayoría normales.
En
un país donde la religión y las políticas públicas no han salido del oscurantismo
de la edad media y todavía se repite la letanía que las opciones sexuales son
un pecado, pero son incapaces de acusar legalmente a un violador o abusador de
menores que dicta desde el púlpito o tiene revelaciones divinas en medio del
trance en un culto.
El
ministerio de educación, con su deplorable presupuesto y autonomía no se ha
puesto a la vanguardia con un programa integral de educación sexual, género y
civismo desde el preescolar hasta la universidad. De manera tal que se pueda
desde una perspectiva científica, humanística desmitificar a esos santos griales
que nos predican sobre el pecado, pero no condenan al abusador. A eso le
sumamos que a falta de una educación sexual, de género adecuada, los jóvenes
tiene como instructivo la pornografía que hoy en día hasta ellos mismos son
protagonistas, directores y divulgadores de videos, fotos que comparten de manera
indiscriminada por redes y en muchos de los casos sin consentimiento mutuo.
Después
del triunfo de la revolución, en este país hablar de “lisiados de guerra” se
refiere a los cientos de personas que perdieron una facultad física y que
algunos formaron una asociación para darse apoyo en todo sentido. Sin embargo,
pocos han sido los profesionales de la salud mental quienes se han manifestado
que este país necesita de manera urgente tratar esos traumas de guerra, odio,
rencores, divisiones, ira reprimida, frustración, indiferencia, todos estos
espectros son parte del duelo. Nicaragua es una mujer vestida de un luto
permanente. La ausencia de guerra, no es necesariamente presencia de paz. La
paz que hemos elegido, tiene consecuencias internas porque la violencia fue
durante muchos años el único medio para resolver los conflictos.
Nuestra
cultura heteropatriarcal tiene a su favor estos ingredientes que sumados los
hemos adoptados como un comportamiento normal, donde los “hombres” deben
representar ese rol del violento, iracundo, abusivo y abusador por encima de
mujeres, niños, niñas y adolescentes. Creo firmemente que estos hombres, en su
mayoría, que son abusadores, acosadores y violadores fueron educados,
construidos en un lenguaje inapropiado, dándoles privilegios que no se
reconocen como tal porque incluso he escuchado a mujeres decir: el hombre es
hombre y es de la calle. Esta afirmación, nos pone de manera inmediata como si
fuéramos ciudadanas de segunda categoría que los hombres son los dueños de las
calles, de nuestros cuerpos y pensamientos.
Si
bien las redes sociales y la valentía de quienes se han atrevido a denunciar un
acoso o abuso son más evidentes. ¿Qué estamos haciendo como sociedad para
cambiar esto? He visto que los jueces imponen pena máxima para los feminicidios
pero, ¿fue necesario llegar a ese punto? ¿Estamos educando a las nuevas generaciones?
¿Buscamos soluciones entre todos? ¿Son necesarios
los linchamientos virtuales para escupir toda la violencia que llevamos dentro?
¿Cómo ciudadanos reeducándonos? Realmente tenemos conciencia que hay conductas
que resultan ofensivas a otras personas porque son invasivas a su integridad,
cultura e individualidad.
Las
redes han sido una alternativa a la ineficiente respuesta que la ciudadanía en
general no encuentra en las instituciones correspondientes. Las víctimas
necesitan ser escuchadas, atendidas y darles respuesta a lo que demandan. En
Nicaragua, popularmente a un abusador se le conoce con el nombre de moclín. El
moclín es una persona abusiva que no sabe delimitar en su mente y sus actos que
decir, tocar, forzar a otra persona de manera sexual porque esta persona recibe
en su distorsionada formación cultural que las mujeres disfrutan de ser
agredidas. Pero ¿qué pasaría si fuera lo contrario?
Hace
muchos años una señora con severos trastornos mentales subía a los buses y
agarraba de manera sorpresiva los genitales a los hombres. Algunos gritaban de
susto, otros solo la empujaban, avergonzados callaban y uno que otro la agredía
físicamente. Siempre me pregunté ¿por qué esta señora hacía eso? Se le denomina
froutterismo, es una parafilia que se manifiesta como una especie de compulsión
por tocar los pechos o genitales de otras personas en lugares públicos.
Sin
embargo, cuando esto sucedía debo confesarles que muy muy en el fondo, me sentía
vengada por esta paladina anónima.
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