A mis hijos: Rodrigo y Madeleine
¿Me pareció ver un lindo Gatito? Es cierto, es cierto vi un lindo gatito!
Si no reconoce esta frase, no tuvo infancia.
¿Quién no recuerda al polluelo de enormes ojos azules con una gigantesca cabeza un diminuto pico que apenas se veía abrir? el gato Silvestre que inventaba cualquier cantidad de trucos para atrapar al canario.
Estos personajes antagónicos, pero complementarios son el reflejo de como funciona el mundo infantil. Por un lado un pajarito inofensivo, lleno de ternura, por el otro Silvestre, atolondrado, travieso que no mide consecuencias. ¿Acaso no son así los niños?.
¿Cuántos de nosotros, todavía conservamos ese niño dentro? y nos ilusionamos con un pequeño regalo, un detalle, jugamos y nos reímos igual que los niños, solo por el afán de divertirnos.
¿Cuántos mantenemos a nuestro niño interior secuestrado por años? No lo dejamos hablar, expresar su creatividad, enlodarse, mojarse bajo la lluvia y embarrarse de chocolate la boca. ¿Por qué matamos lentamente a esa infancia con posturas adultistas y acartonadas?
Yo era mejor madre cuando era tía, dice un libro de esos de auto ayuda. Pero no deja de ser verdad. Lo experimento con mis hijos porque quiero en muchas ocasiones que se comporten como adultos y admito que en la medida que nos volcamos hacia el pragmatismo, racionalizamos nuestros pensamientos, sentimientos y privamos de libertad a ese pequeño niño en una zona fría y escabrosa de olvido.
Estas fechas de navidad, nos invitan a ponernos en contacto con nuestra infancia, a recordar nuestros regalos, las cartas al niño Dios, los árboles de navidad chispeantes, los dulces, la ropa de estreno y candelas romanas que llenaban el ambiente de fiesta. ¿Por qué no invitamos a salir del interior a nuestros lindos gatitos a festejar la noche buena y compartir con la familia y los amigos?
Igual que mi amiga bloguera María Xavier, yo también tuve una época Grinch, la cual no he abandonado por completo porque todavía me fastidian algunas canciones navideñas que como purgante te hacen tragar hasta el año nuevo.
Sin embargo, cuando tomé más conciencia que en cada cena de navidad la familia se reducía. Que los abuelos y tíos abuelos, el batallón de primos y primas no festejaban con nosotros porque algunos habían muerto, los demás crecimos y formamos nuestras propias familias, decidí cambiar de actitud y soltar a esa niña que esperaba la mejor fecha del año para recibir sus muñecas y regalos.
Cada uno tiene una navidad distinta, alegre, melancólica, de exilio, de tristeza, de fiesta, de bacanalear con los amigos y vecinos. Pero siempre he dicho que la noche buena es para los niños. El simbolismo del nacimiento del niño Jesús, seamos creyentes o no, tiene la ternura de una sala de maternidad de un hospital. Un nacimiento es el vencimiento de la muerte, es renovar con la pureza de un niño todo aquello que nos impide esa ingenuidad.
Quizás algunos piensen que se me salió mi lado cursi y les digo que no están equivocados. ¿Verdad qué la navidad es cursis per se? pero esta cursilería es lo que hace que nos empequeñezcamos y juguemos nuevamente con nuestros mejores recuerdos infantiles.
No es necesario dejarnos devorar de los clichés del mercado, endéudese ahora y pague el año nuevo. Basta un abrazo, el perdón a tiempo, la cenita en paz, el mejor regalo que puede darse y darle a los demás es reír y divertirse como un niño.
Mi navidad será como en los últimos años, con mis dos pequeños hijos, con sus caritas iluminadas abriendo sus regalos que son de los pocos que de mi parte reciben, no por tacaña sino porque quiero inculcar en ellos el largo plazo anual para recibir el fruto de sus logros y éxitos al final de año.
Mi regalo, abrir el álbum nostálgico de recuerdos, aunque queramos recrearlos no volverán porque cada momento es único e irrepetible. Mientras mis hijos hacen su acostumbrada romería a las casas de sus tíos y abuela para recibir sus regalos, estaré en casa extrañando a los amigos y hermanos que no están a la familia dispersa, a mi padre, escucharé música, acompañada de vino tinto y con Gala, mi gata acurrucada a mis pies.
¡Felices Fiestas, lindos gatitos!
Comentarios
Publicar un comentario