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Gatos Bajo la lluvia

Para: Holbein, Víctor, Dago y Ulises gatos de perdidas noches.


Salimos del bar, nos despedimos de los amigos y decidimos buscar otro antro en busca del "trago del estribo". La brisa salpicó nuestra ropa y aceleramos el paso. Cinco gatos mojándose bajo la lluvia.

Entramos a una jungla etílica que no le hace honor a su nombre, salvo por la fauna variopinta que asiste. Pedimos dos jarras de levadura de cebada, el mesero ofrece disculpas y señala que es casi media noche, las reglas no permiten vender. Argumentamos una sedienta caminata para llegar al lugar y que somos gatos bien portados. Señaló la barra y sugiere que lo solicitemos a los administradores.

Me animaron a usar encantos felinos que torpemente puedo fingir, pero en beneficio de la juerga me acerqué al gato que vestía camiseta a rayas azules, absurda gorrita y chateaba por celular.  Le digo con acento gatuno: Cheshire antes que desaparezcas, ¿es mucho pedir dos picheles de lúpulo de malta?. Movió la cabeza en señal afirmativa, sin soltar la mirada de la pantalla.

Regresé a la mesa, confirmo que nos venderán. El tema de conversación es el mismo de siempre, libros, literatura, autores, música, cine. Porque no somos simples gatos, somos gatos letrados. Los vasos se evaporaron. Nos corren del lugar.

La lluvia arremete contra nosotros, inevitablemente nos mojamos. Las gotas se agrandan y se desparraman sobre el parabrisas de un taxi que se detiene a rescatarnos. Decidimos ir a otro chupadero.  Instalados nuevamente, todos se ríen de mi pelo, se ha crispado y mis horas de acicale se desmoronaron como cenicienta a media noche.

Esto nos llevó a recordar el cuento de Hemingway "El gato bajo la lluvia", una de las narraciones más hermosas y emblemáticas del escritor. Sin embargo, el Gato Armonioso tenía un Az bajo la manga, una historia muy particular que nos contó de la siguiente manera:

-"Fue en Valencia, en 1993. Estaba ensayando con la orquesta "Cuando tengo tu amor"  que representaría al país en el Festival OTI de la canción. De repente, escuché una nota desafinar y algo alejó al grupo del pentagrama. Me molesté, sin embargo esperé la reacción de los músicos para saber ¿Qué pasaba? Alguien saludó, al escuchar su nombre mi corazón se estremeció. El maestro Rafael Pérez Botija entró al recinto.

Las manos se sudaron.  Sin que nadie lo notara, metí una a una en los bolsillos para secar la humedad y poder saludar a uno de los grandes compositores españoles que desde mi temprana juventud había escuchado y admirado. No quería verme ni sonar como pendejo. No sé de dónde diablos saqué valor y lo saludé con mucha confianza. "Maestro, será un honor invitarlo a un café", sonrió, asintió con la cabeza, acordamos la hora.

Nos vimos después del ensayo, en la cafetería del Teatro Principal y empezamos a charlar de sus inicios como compositor.  Sus éxitos con José José, Mocedades, Rocío Durcal, Camilo Sesto, Lucero, Herb Alpert entre otros. Yo seguía sus palabras en el aíre, como si de su boca salieran un sin fin de acordes y danzaran una hermosa melodía. Me sentí privilegiado, tomando un café con una discofrafía viviente. Una fonoteca que me daba una resonancia de arreglos, grandes producciones y también fracasos.

Pasé dos fascinantes horas con Pérez Botija y una liviana llovizna roció la tarde. Aproveché la ocasión y pregunté: Maestro, ¿En qué se inspiró cuando escribió la canción "La gata bajo la lluvia"?. Mientras tomaba un sorbo de su taza humeante sus ojos se iluminaron.

-Eso lo tomé del cuento de Hemingway. "El gato bajo la lluvia". Siempre me pregunté que hacía un gato solitario, cubriéndose de la lluvia cerca de un café y un hotel. Para mí, el gato es el enigma del cuento. Si el administrador sedujo o no a la extranjera, es lo de menos. Es el gato, debajo de la banca del parque que tiene la magia en esa historia. De manera tal que yo pensé en ese personaje y le otorgué figura femenina. El gato de Ernest, era una gata abandonada por su amor.  Ella siempre deambulaba cerca del café donde tenía la esperanza de encontrarlo nuevamente.-

Comprendí  que para mí las canciones siempre han tenido un flujo mágico, porque son un artilugio para despertar sensaciones y excitar las emociones humanas, así que a partir de ese día comencé a escribir con otra perspectiva.

Que la música y las historias están en cualquier parte, en el ronroneo, en los maullidos o en las gotas de agua aruñando el techo.-"








Comentarios

  1. No es mi tipo de música pero reconozco que ese bolero es hermoso, contiene mucha poesía, una gran voz y la cadencia musical da para un largo beso apasionado.

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